5 jun 2013

El hombre elefante - David Lynch (1980)

Y cuando el monstruo se vuelva humano se desvelará el carácter monstruoso del hombre...

John Merrick, interpretado por John Hurt, es un hombre que nació deforme debido al ataque de un elefante sufrido por su madre durante la gestación. En un principio mostrado como un monstruo incapaz de hablar, pensar o sentir, el personaje va evolucionando a lo largo de toda la película hasta dejar de ser el "Hombre elefante" para ser John Merrick, un hombre sensible, lector con buen gusto y, en definitiva, un humano, este proceso de destape de su verdadera personalidad culmina con su presentación a la alta sociedad.

"Bytes" (Freddie Jones), cruel amo de "El hombre
elefante" al comenzar la película
El Hombre Elefante es presentado como un sujeto pasivo ante el que se va descubriendo el lado malvado y despiadado de la sociedad: su miedo irracional hacia lo que no es capaz de comprender, la crueldad con aquello que se muestra débil, la ambición, capaz de explotar la desgracia de una persona con fines lucrativos o para aumentar el prestigio aunque la pérdida de la propia dignidad sea el precio a pagar. 


John es presentado a la alta sociedad
durante una obra teatral

     

La explotación del fenómeno tiene dos fases, la primera, por parte del pueblo llano, en concreto Bytes (interpretado por Freddie Jones) que abusa y maltrata sin contemplaciones ni tapujos del individuo y la segunda fase, por parte de la alta burguesía que, bajo una cara amable y de filantropía continúa con el utilitarismo degradante hasta el punto en el que Frederick Treves (Anthony Hopkins), cirujano que arranca a J. Merrick de la calle, se pregunta "¿Soy un héroe o un villano?".

Anthony Hopkins y John Hurt
Esta es dista mucho de las modernas entregas de David Lynch, como Mulholland Drive o Una historia Verdadera pues se desenvuelve en un ambiente más antiguo, con planos más pequeños, oscuros e íntimos que pocas veces supera la amplitud de una habitación. Las escasas escenas de la calle se desarrollan en un Londres triste y apagado muy parecido al París de Trauffaut. La creación de angustia y tensión en las primeras escenas por parte del "Hombre elefante" se suceden una tras otra intercaladas con tiempos en los que la ficción se mezcla con la realidad en el más puro estilo "Lynchiano" gracias a la aparición de personajes estrambóticos de mirada perdida, frases cargadas de misterio y sinsentidos y una rápida sucesión de flashes, imágenes en movimiento en segundo plano y otros recursos que le dan a uno la sensación de estar viviendo un sueño.

Con el esquema desgracia - felicidad - desgracia - felicidad, alcanzando ésta última su punto álgido cuando el protagonista es besado por una actriz prestigiosa tras haber representado estos un fragmento de Romeo y Julieta, justo antes de su presentación en la alta sociedad, David Lynch nos trae una de sus mejores entregas, muy recomendable, sobre todo para los amantes del buen cine.
Acracio F.

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