29 sept 2013

L'empire des sens (El imperio de los sentidos) - Nagisa Oshima (1976)

Oshima se enfrentó al reto cinematográfico de la representación real del coito, mostrando primeros planos de órganos y actos sexuales, y alcanzando con ellos un valor poético comparable a los rostros de los amantes en pleno éxtasis.

Kichizo (Tatsuya Fuji) con una de las geishas
Tokio, década de 1930; 1936 concretamente, Kichizo Ishida (Tatsuya Fuji) es el marido formal de la dueña de un hotel, esta le permite tener sexo con las geishas que allí trabajan a condición de que lo tenga también con ella cada mañana, en una de sus aventuras conoce a la prostituta Sada Abe (Eiko Matsuda) y pronto se enamoran mutuamente y se mudan a una habitación de la ciudad donde comenzará a producirse una enferma y bilateral obsesión que les conducirá poco a poco a un profundo abismo del que ya jamás podrán salir.

En un principio la mujer se encuentra mal segundos antes de la primera relación a causa de los nervios pero debido a su hipersensibilidad, durante el coito experimenta tales sensaciones que ya no podrá parar de hacerlo. Esto les lleva a confinarse en el dormitorio durante días sin comer ni dormir, penetrando en una eterna progresión de concupiscencia que manifestará la exagerada ninfomanía de la protagonista a la que es capaz de acompañar su viril prometido. Al principio todo es muy bello, pero conforme la historia avanza la situación se torna más grave y enfermiza, terminando el director por exponer la obsesión de la cultura japonesa por la muerte. La experimentación se vuelve algo normal y una de las situaciones provocadas por ella es que el hombre le pide ser estrangulado en el acto, pues así sufría unas contracciones muy intensas en el miembro que le causaban a ella un placer que le llevaba al éxtasis, guiándose por su profundo respeto hacia el placer de su amante, es finalmente esta práctica llevada al extremo la que produce su muerte, a la que seguirá una escena en la que aparece de forma explícita como ella le corta los genitales y escribe con la sangre en su pecho (en la versión original sin censura) "Sada y Kichi, ahora uno",

Fotograma que manifiesta de manera intachable
la ilimitada obsesión de Sada Abe (Eiko Matsuda)
Es en la década de los 60 cuando aparece una nueva concepción del cine al poner en tela de juicio los aclamados cánones del neorrealismo italiano que planteaban que la calidad del director residía en su capacidad para reflejar la realidad, "un cuadro es admirable en función del número y de la importancia de los datos que nos ofrece sobre la realidad" diría en su época John Ruskin. Esta revolución en el mundo del séptimo arte no es otra que el cine de autor, un cine en el que predominan los sentimientos del director al eliminarse las presiones producidas por el comercialismo, este es uno de los filmes más destacados del género, pues en él el autor nos relata su visión sobre el caso real de esta mujer japonesa a su manera, permitiendo adentrarnos en un mundo donde lo sensorial prepondera por encima de todas las cosas, dejando a un lado el racionalismo. La obra está impregnada de un erotismo salvajemente explícito que la llevó a su prohibición en diversos países y a la desaprobación de muchas de sus escenas que tuvieron que ser eliminadas, como una en la que aparecía la chica haciéndole una felación a un niño pequeño en la locura originada por ausencia de Kichi.

Escena del primer estrangulamiento

Sin los tabúes ni el pudor que puede crear la sociedad, pues esta desaparecía cuando se hallaban en su particular burbuja, el fetichismo y el sexo llevan por poco a catalogar el filme en la categoría de la pornografía, pues la diferencia reside en que no es sexualidad por sexualidad en sí misma, sino que detrás transmite un gran mensaje de apología epicúrea y otras filosofías acerca del placer, logra la inestimable caracterización de los personajes con los escasos diálogos, lo que trasluce un guión fenomenal detrás de todo el conjunto que dista bastante del mentado género. Algunas escenas sensuales se encuentran además, cargadas de sentimiento y arte, como la que muestra la primera felación, mientras el afectado fuma un pitillo; otro fotograma muy logrado que podría citar sería el último de la película, en él aparece el cuerpo muerto de Kichi con Sada a su lado tendida, abrazándole a la vez que sujeta sus recién amputados genitales en sus pequeñas y pálidas manos. 

No hay palabras para describir este fotograma, brutal

El cámara Hideo Ito hace un gran trabajo pues aunque los encuadres son estáticos, muy largos y las transiciones muy bruscas (aunque puede que el corte de las escenas de mayor controversia tenga la culpa), logra captar momentos perfectos desde el mejor ángulo para transmitir al espectador aquellas sensaciones que el director busca causar. En mi opinión es una película muy bien hecha y con un guión también bien estructurado y ordenado, aunque no la recomiendo a personas de moral muy estricta, pues podría romper sus hipócritas barreras y desvelar sus pasiones más ocultas, podría liberar su mente, en otras palabras. Lo único que si aconsejaría, ya hablando en serio, sería verla en versión original si se puede, pues yo no la he conseguido de esta forma y advierto que el doblaje al español es absolutamente insulso y desastroso, para variar.

Película completa:

No hay comentarios:

Publicar un comentario