16 jun 2013

La noche - Michelangelo Antonioni (1961)

Marcello Mastroniani y Jeanne Moreau dan vida en esta película a un típico matrimonio de la burguesía italiana de principios de los sesenta, formado por un intelectual llamado Giovanni Pontano y Lidia, una chica proveniente de la alta sociedad cariñosa, sentimental y dulce que, atraída por el cinismo y la erudición cae locamente enamorada de este para luego llegar al triste y fuerte desengaño al ver que el maravilloso hombre con el que se había casado no era tan interesante como ella imaginó sino que además de no prestarle mucha atención y caracterizarse por su frialdad, lleva una vida bastante tediosa.

Lidia (Jeanne Moreau) reflexiona sobre su vida:
"Vivo completamente sola. He nacido para estar sola".
La segunda parte de la película, cuando empieza “la noche”, se muestra una opulenta fiesta en la que se hallaba reunida toda la clase pudiente de Milán en un jardín con piscina, con caras bebidas y una genial banda de jazz que le sirven al autor para demostrar que pese al dinero y los lujos de estas personas, siguen teniendo un gran vacío en su interior que no completarán ni con todo el oro del mundo producido por su hipocresía y la doble moral burguesa, la cual está llena de insatisfacciones y envidias que, algunos de ellos intentan superar codeándose con la alta intelectualidad, y esto es muy palpable en el acoso que recibe Giovanni por parte de esta gente.

Jeanne Moreau y M. Mastroniani hablan sobre su situación
Esta entrega de M. Antonioni pertenece al neorrealismo italiano, movimiento surgido después de la Segunda Guerra Mundial y que fue utilizado por otros directores como Rossellini y Vittorio de Sica, entre otros. En este género cinematográfico se cuidan mucho las unidades de tiempo, acción y, en menor medida, de espacio, significando esto que todo transcurre en menos de un día, en la ciudad de Milán o en el jardín de la fiesta y que todas las acciones realizadas están encaminadas a contar una única historia, en este caso, la de la crisis de este matrimonio.

La interpretación de estos dos actores es brillante, de hecho, en la primera mitad de la película no hay prácticamente ni un solo diálogo sino que los dos interpretes, en su soledad, pasean cada uno por la ciudad por su cuenta y, mediante los escenarios, los muy diversos planos, la luz y la manera de andar, mirar y, en definitiva, actuar son capaces de transmitir lo que están pensando y sus emociones y no aburrir al espectador a pesar de no contar con ningún recurso sonoro salvo el desagradable sonido de la circulación de automóviles.


El filme puede resultar lento y aburrido si no se profundiza en su argumento o si no se toma en cuenta lo artístico, los recursos, aún así yo, para concluir recomiendo fervientemente esta película, sobre todo para conocer un cine un poco diferente al de la industria americana de Hollywood y acercarnos a este género antes expuesto.

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