2 nov 2013

En la ciudad sin límites - Antonio Hernández (2002)

La libertad viaja contigo en ese tren

En la ciudad sin límites es una producción española-argentina que relata la agonía de un hombre que, prácticamente en su lecho de muerte, pierde la cabeza debido al arrepentimiento por un hecho que ocurrió años atrás. Este viejo militante del Partido Comunista en el exilio está interpretado por Fernando Fernán Gómez y el que será encargado de investigar su pasado y adentrarse en el tormento de Max, pues así se llamaba, es su hijo Víctor (Leonardo Sbaraglia), este comienza a percibir extraños comportamientos en su padre que todos sus hermanos y familia en general achacaban a su incipiente demencia ya que no estaban dispuestos a hacer más que lo estrictamente necesario para conservar sus partes de la herencia, que no era pequeña, por cierto.

Leonardo Sbaraglia, Geraldine
Chaplin y Fernán Gómez
En un principio parece que únicamente se trata de un viejo cascarrabias que desea morir tranquilo y acortar lo máximo posible su estancia en el hospital, deseo muy comprensible al menos para mí, pues ¿quién quiere, después de una vida de emociones fuertes, subidas, bajadas y desasosiegos, postrarse durante un número indeterminado de años entre las blancas sábanas de un hospital entre gente que espera tu muerte para cobrar lo que dice el testamento y gente para la que eres totalmente invisible? Tal anhelo está patente en su negación a tomarse las pastillas y burlar de vez en cuando la vigilancia para hacer cosas algo emocionantes como subir a la altísima azotea del hospital y mirar el océano de luces que se extendían ante sus ojos.

Pero lo significativo para la historia son las llamadas insistentes a un número que ya no existe, las paranoias que le llevan a pensar que le están vigilando, la obsesión por ir a la estación a avisar de que no se coja un tren o la reiterada pronunciación del nombre de un enigmático personaje que nadie aparenta conocer: Rancel. Y digo aparenta porque más tarde el autor sugiere que la madre (Geraldine Chaplin) oculta información fundamental.

Conforme el perfectamente estructurado guión que mantiene el misterio hasta el último momento avanza, se va descubriendo aparte de los asuntos familiares y la personalidad concreta de cada uno, que Rancel era un camarada de Partido de Max que fue delatado y los nacionales le tendieron una trampa en la frontera España - Francia cuando iba montado en el tren para difundir propaganda antifascista en la capital. Curiosamente Max no iba en ese tren a pesar de que ambos compartían responsabilidad. 

Al comienzo de la película uno de los hermanos dice una frase que pasa desapercibida pero que es fundamental en la obra y es: "Ahora ya nadie es de nada, la política está pasada de moda". Luego se verá que la cita tiene un significado especial oculto pues a pesar de que parece un crimen político, detrás de la aparente superficialidad de la historia se esconden elementos muy humanos relacionados con el amor y lo que este puede acarrear, pues como se suele decir en el amor y en la guerra todo vale.

Leonardo Sbaraglia y Fernán Gómez
El personaje de Víctor es muy especial pues es el único que muestra amor por su padre aún estando este en terrible decadencia, esto se manifiesta en que es el único de los hermanos que no anda comportándose de manera ruin y rastrera en busca de modificaciones en el testamento que le otorguen el máximo beneficio y, sobre todo es muy significativo el gesto de querer consultarle si desea alargar su vida a costa de estúpidas e ineficaces operaciones a las que la familia al completo estaba dispuesta a someterle "por amor" aunque yo pienso que, examinando la situación fríamente el objetivo de estas no era otro que lavar su putrefacta conciencia. Sbaraglia, actor de Buenos Aires compañero de generación de Juan Diego Botto y Ernesto Alterio, junto a los que ha trabajado en películas como "El método", interpreta una personalidad fuerte y basada en unos principios personales que le hacen noble y bondadoso y le convierten en el eje central sobre el que gira el argumento del filme. Sbaraglia y Fernán Gómez hacen dos papelones que los distancian mucho de otros actores del reparto cuyas interpretaciones en ocasiones resultarán frías o forzadas. 

La historia da una visión muy romántica de lo que fue la lucha contra el fascismo en el exilio, haciendo una clara apología de los héroes que arriesgaron su vida por la libertad pero mostrando a la vez que eran personas muy humanas con sus respectivos defectos morales, esto es fundamental porque algunos autores se olvidan de este hecho y muestran mártires de forma idealista como si fueran de la escuela de los héroes griegos o superhombres de Nietzsche. Aún así hay aspectos que rayan la utopía como lo es el hecho de mostrar el Partido Comunista Español con un censo actualizado y fácil de consultar. 

Última y mítica escena
Por último quería resaltar, y ya acabo con esto, la última escena de la película, pues esta es emotiva en exceso y para mí es una de las mejores escenas jamás rodadas por lo menos en el cine español, únicamente equiparable con fragmentos míticos como aquel baile del soldado del ejército republicano de la canción Suspiros de España en la obrísima de David Trueba, Soldados de Salamina. Retrata un momento en el que no hay palabras pues su presencia mandaría al garete todos los sentimientos que el director vertió en él, añadiendo después la lectura de una carta que desvela muchos secretos de la historias que hasta entonces seguían guardados al espectador, esta tiene una enternecedora fuerza literaria que arrastraba finalmente a la misma catarsis que la anterior escena. Toda una obra maestra.

(NO VER SI NO SE HA VISTO LA PELÍCULA)

No hay comentarios:

Publicar un comentario