"El universo es fortuito, moralmente neutro y enormemente violento"
Mia Farrow en el cartel de la película |
La historia se desarrolla en una casa aislada del mundo en la que conviven seis personas, las cuales configuran el reparto en su totalidad, este aislamiento permite a los personajes comportarse de manera que muestran tal y como son, produciéndose así un estudio de las psicologías muy característico de las películas de W. Allen.
Peter, el escritor (Sam Waterson) y Steffi (Diane Wiest) |
Aparte de estos cuatro integrantes de este escabroso y enrevesado juego de pasiones, aparece la madre de Lane y su marido, consumándose así esta historia que posee una estructura teatral con sus unidades de tiempo y espacio, pues todo sucede en un par de días sin salir en ningún momento de la ya mentada casa. La madre, Diane, interpretada por Elaine Stritch es una vividora cargada de energía y decisión, con gran afán de protagonismo a causa de su carácter ególatra y extrovertido, a pesar de su vejez nada le impide continuar su filosofía epicúrea llena de jovialidad; actúa de alcahueta de su hija con la impulsividad que le caracteriza y es la típica persona que se regocija contando historias de su agitada juventud de la que está tan orgullosa.
El marido Lloyd, al que da vida Jack Warden, por el contrario es un tranquilo profesor de física que se agarró a un clavo ardiendo al casarse con Diane, la cual con mucho acierto pensó él que daría emoción a su vida y llenaría el vacío provocado por una existencia sin grandes conmociones.
Cobra especial importancia en el filme el arte en forma de literatura, cine y música, de esta última se vale el director para dar un ambiente aún más trágico a la escena con suaves melodías de piano y un maravilloso jazz para los momentos más agitados. Es una película en la que no destaca para nada la acción sino los sentimientos, expresados a veces con el tiempo atmosférico, que es la única utilidad expresiva que tiene el exterior.
El verano y Nueva York se muestran como símbolos de la locura juvenil, la libertad personal y las emociones fuertes, mientras que el invierno y París personifican espacios para reflexión y la creación artística así como para amar en plenitud por su ambiente intimista e introvertido. A cada uno de los personajes se le encuadra dentro de uno de los dos lugares dependiendo de su filosofía de vida y su forma de ser, lugares entre los que tendrán que elegir para emigrar tras este mes de transición como lo es Septiembre. Un punto de inflexión para las vidas de nuestros seis individuos.
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