28 ago 2013

El ladrón de bicicletas - Vittorio de Sica (1948)

Bruno (Enzo Staiola)
No hay palabras para describir la profundidad interpretativa de esta obra maestra del neorrealismo italiano enfocado a los bajos fondos italianos, a diferencia de autores como Antonioni que, en películas como La noche ofrecen una visión de las superfluas preocupaciones de la burguesía más intelectual. En El ladrón de bicicletas, V. de Sica transmite la desesperación de la clase trabajadora en tiempos de la posguerra que se ve obligada a luchar por su propia supervivencia a diario sin amedrentarse ni por un segundo ni perder la dignidad y sin darse más de un segundo para lamentaciones acerca de su penosa situación. 

Antonio (Lamberto Maggiorani) y
Bruno (Ejnzo Staiola)
Esta visión de la sociedad se realiza a través de la historia de Antonio Ricci (Lamberto Maggiorani), un obrero en paro al que le ofrecen trabajar pegando carteles a condición de que él ponga la bicicleta, este trabajo podría sacarle de la miseria en la que está sumido y le daría la oportunidad a su hijo de siete años Bruno, encarnado por Enzo Staiola, de poder dejar de trabajar como limpiabotas para ponerse a estudiar y lograrse un futuro de provecho, pero todos estos sueños se desbaratan como si del cuento de la lechera se tratase, al ser robada su bicicleta el primer día de trabajo sin haber pasado ni un día desde que la sacó de la casa de empeños con mucho esfuerzo y sacrificio económico.


Tras el suceso, Antonio y Bruno buscarán la bicicleta por toda la ciudad metiéndose en infinidad de líos y hostilidades con tal de encontrar lo que se convertirá en su única esperanza de vivir decentemente. La película irá tomando conforme avanza el tiempo un tono cada vez más crudo al ver que será muy difícil por no decir imposible hallarla. Culminando en un dramático final que no contaré por no destrozar la historia, que enseña que la esperanza es lo último que se pierde y no hay que recurrir a medidas desesperadas e imprudentes y aliviar nuestro dolor causando daños a personas igual de honradas y honestas que el resto. No es una película Disney donde los problemas tienen un final feliz y cautivador, esto es realismo y como tal, muestra la descarnada pero cierta cara de la existencia. 

El filme se desarrolla en los barrios de la prole de Roma descoloridos por la indigencia y las penurias de una clase social en plena decadencia a causa de un conflicto internacional en el que no tenía ningún interés pero del que, sin embargo, ha tenido que pagar todas sus consecuencias. Con unas escenas cargadas de expresividad y reforzadas por una sentenciadora banda sonora que nos sumerge de lleno en el drama de la familia Ricci.

La escena más ilustrativa y destacable es la que se produce en el bar, cuando desesperado, Antonio busca consuelo en su propia autodestrucción mediante alcohol y mientras Bruno al escudriñar las mesas aledañas se topa frente a frente con un niño de su edad de una familia pudiente y se ofrece la visión en un único plano de las diferencias sociales, de la injusticia mundial. Caracterizando a los ricos como gente cínica e inhumana frente a la honradez y el desprendimiento de sensibilidad de los trabajadores.

La lluvia se suma a la desesperación

La actuación del chaval es lo más sorprendente de la historia, tiene una contundencia y una capacidad para manifestar los sentimientos, casi siempre de tristeza, enterneciendo al máximo al espectador. Muy recomendable.

Para verla en VOSE:

No hay comentarios:

Publicar un comentario