7 ago 2013

Saraband - Ingmar Bergman (2003)

Padre e hijo
Las frondosas y salvajes montañas suecas jalonadas con grandes lagos se nos muestran como una especie de lienzo virgen sobre el que nuestro prestigioso director dibuja la historia de una familia azotada por los demonios del pasado, las pinceladas serán los diez capítulos o actos que configuran las ficticias memorias de Marianne, papel que desempeña Liv Ullmann, una de las musas de Bergman, añadiendo además un prólogo y un epílogo en los que la actriz habla a la cámara y muestra unas fotos de escenas claves a partir de las cuales se arrancará la película en sí. 

Todo empieza cuando Marianne visita a su ex-marido Johann (Erland Josephson) con el cual parece llevarse bien y a raíz de la visita va conociendo al resto su familia y estudiando con minuciosidad la psicología de cada uno de ellos, caracterizando de forma inigualable a los personajes, pues estos se encuentran en medio de una crisis que provocará un gran cisma a causa de desbocadas pasiones que dejarán al desnudo el carácter y las verdaderas formas de ser del reparto íntegramente. A grosso modo la historia es la siguiente: 
Karin con su padre, Henry

Johann tiene un hijo al que no puede ni ver, Henry (Börje Ahlstedt), este es viudo y tras la muerte de su amada mujer extrapola su dependencia amorosa por ella a su hija Karin (Julia Dufvenius), pecando así de incesto, la cual le corresponde por un aparente antiguo Complejo de Electra reprimido, esta dependencia le hace cometer locuras cuando su hija acepta una oferta para marchar al extranjero a por mejores oportunidades para iniciar seriamente su carrera de violoncelista. Marianne y Johann actúan como una especie de mediadores u observadores e intercalando de vez en cuando diálogos sobre sus buenos tiempos o sobre interesantes temas muy diversos.


Johann y Marianne

Cada uno de estos breves actos está cargadísimo de una gran intensidad e histrionismo mediante los cuales logra el filme una profundidad que golpea al espectador en cada una de sus escenas. Consigue más fuerza aún introduciendo impetuosos movimientos de compositores clásicos como Brahms o Bach, este último adquiere especial significado en la obra. Los encuadres son buenos aunque estáticos por darse la situación de que apenas importaba la acción sino los diálogos y la interpretación y expresión de los diferentes sucesos. No es una de las mejores películas de este autor por lo que he podido leer, pero aún así a mí me ha resultado una obra magnífica.


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