19 sept 2013

Buster Keaton

Fotograma del filme de Buster Keaton, El navegante
Comentaré esta figura inolvidable del cine cómico tomando como punto de partida sus películas más "aclamadas" por el público, que son El navegante, El aeronauta y El colegial. En la primera es un marinero que se hace de casualidad con un barco en el que se halla una chica y los dos acabarán, después de mil peripecias naufragando al lado de una isla de caníbales y en otras muchas desternillantes situaciones, en la segunda es un torpe cazador que consigue, también de casualidad, un globo aerostático que deberá manejar como pueda, por último, en la que queda hace el papel de un universitario de brillantes notas que intenta conquistar a su amada formando parte de algún equipo en cualquier deporte del campus de Clayton. De estas películas se pueden extraer las características fundamentales del actor, cuyo humor es visual, directo y se desenvuelve en el absurdo y el patetismo, todas las acciones que realiza acaban de alguna manera volviéndose contra él, provocándole daños físicos o dejándole en ridículo mediante golpes, caídas, baños indeseados, etc, no obstante, como en toda buena comedia se pone en marcha el motor que hace que todas las cosas salgan bien al final y en este caso son circunstancias externas al personaje las que ponen todo en su sitio.

Montaje con un fotograma de la obra de Charles Chaplin , The boy
Sus filmes, que suelen tener una duración algo corta, están muy bien estructurados y poseen un guión muy elaborado y organizado, pues todos los gestos y las situaciones tienen cierta finalidad futura, sin cabida para escenas vanas, esta es una de las grandes diferencias que posee respecto a Charles Chaplin, ya que todos los movimientos ejecutados por este son un fin por sí mismos, otras grandes diferencias que pueden ser observadas a primera vista es la actitud de cada uno ante sus desgracias, pues mientras Buster se desespera y se muestra severo consigo mismo, el optimista de Charlot se levanta triunfante y con una sonrisa, siendo su cine de un realismo escarnecedor. Buster se muestra como un objeto pasivo al que la naturaleza golpea y hace vivir por inercia mientras que Chaplin es un vividor, un vagabundo al que la vida misma da bofetadas en su exiguo intento de disfrutarla, este último es el más grande y mítico de todos los matices, Buster Keaton da vida a un burgués, a una persona de clase alta que se busca problemas únicamente por su torpeza, pues no tiene otras preocupaciones y Charles Chaplin encarna a un alma errante, a un pobre que intenta salir de su miseria, pero que la sociedad le empuja de nuevo al agujero del que procede cada vez que asoma la cabeza.

Luces de ciudad
Buster Keaton es un personaje frío, casi un objeto sobre el que Dios descarga su ira, pero no es algo que le haga un mal cómico, todo lo contrario, su seriedad le hace más enternecedor aún y conforma un auténtico estilo propio al que debe su fama, conviertiéndose la serenidad en un pilar fundamental de su personalidad como actor. En cambio, por otro lado tenemos la gran emotividad y expresión del cine de Chaplin que ablanda el corazón a cualquiera con tiernas miradas como la de la escena final de Luces de la ciudad en la que no le hacen falta las palabras para expresar lo que siente pues el brillo de los ojos supone una catarsis de su esencia personal; o para impresionarnos con la actitud fuerte y enérgica que le caracteriza en determinados momentos en los que la valentía se torna en necesidad.

Con esta entrada no pretendo resolver este debate infinito que millones de argumentos a favor o en contra de una parte y de la otra ha dado a lo largo de la historia del cine, como por ejemplo el exacerbado afán de protagonismo mostrado por Charles al ser protagonista íntegro de todas sus obras y tratar al resto del reparto como mascotas, como dijo Borges, saliéndose del terreno de la obra e introduciéndose ya en lo personal del artista; o el eterno argumento insulso que rebaja a Keaton por el hecho de haber perdido la fama a mitad de carrera y haber sido rescatado por Chaplin en Candilejas, las tonterías de siempre. Ambos personajes han sido muy grandes en el mundo del cine mudo, pero no es este motivo suficiente para enfrentarlos en duras batallas dialécticas cuando cada uno tenía su estilo y, por tanto, cualquier juicio emitido es completamente subjetivo. Por contra también tenían muchas cosas en común como su exasperante torpeza y la patosa forma de caminar. Para concluir, me negaré rotundamente a tener que elegir entre uno de estos colosos que tantas tardes divertidas me han hecho pasar. 


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